MAS DE 5.000 PERSONAS RECIBEN A LOS REYES EN EL FUNERAL DE ESTADO POR DON JUAN
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Más de 5.000 personas acudieron hoy a la entrada del monasterio de San Lorenzo de El Escorial para ver a los reyes, miembros de las familias reales y demás autoridades que estuvieron presente en el olemne funeral de Estado celebrado en la Basílica, por el eterno descanso de don Juan de Borbón.
Un impresionante despliegue de seguridad y especiales medidas de control del tráfico por carretera, entre la capital y San Lorenzo de El Escorial ya estaban operativos a partir de las diez de la mañana.
Desde la salida de la Nacional VI, a la altura de Guadarrama, hasta el gran patio de armas del monasterio, agentes de la Guardia Civil montaban escolta a ambos lados de la calzada.
Dos horas antesde la ceremonia, el tráfico de entrada a la localidad madrileña de San Lorrenzo de El Escorial fue desviado a las calles más alejadas de la gran obra arquitectónica, mandado a construir por Felipe II.
Una veintena de motoristas con uniformes de la guardia real esperaban a la entrada a San Lorenzo, desde dos horas antes, la llegada de los reyes procedentes de La Zarzuela.
Un millar de personas se apiñaron en el patio de armas, completamente vallado, desde antes de las 11 de la mañana frente a la perta principal de El escorial, que da acceso a la basílica.
Cuatro compañías de la guardia real, de 81 hombres cada una, aguardaban la llegada de los soberanos en posición de descanse armas, a la izquierda de la puerta principal.
Esas compañías fueron la banda de música, la compañía de Control Militar, la escuadrilla Plus Ultra y la compañía Montero de Espinosa.
El público provisto de cámaras fotográficas, prismáticos y cámaras de videos, aguardaba la llegada de las autoridades, preguntándos en qué sitio verían mejor el espectáculo.
A la pregunta de por qué ha venido, una joven rubia residente en Madrid capital contesta que "es un acontecimiento histórico" y que los prismáticos que tiene entre las manos son para reconocer a los miembros de las distintas realezas que están a punto de llegar.
PARA ACOMPAÑAR AL REY
Un hombre de mediana de edad de Collado Mediano responde que está allí para ver "este acto entrañable. Hacer un pequeño acompañamiento al rey".
"Y también", añadió, "ara respirar un poquito de aire limpio entre tanto bombardeo de la corrupción. Es un acto de dignidad nacional". Una amiga suya tercia: "y yo vengo porque soy monárquica".
Esta misma razón dieron dos señoras de Madrid, de alrededor de 40 años, para quienes se trataba de "un acto espectacular. Una cosa muy bonita. Soy monárquica, además. Nos parece una cosa única".
"Me gusta", agregó una de ellas,"don Juan lo poco que le he conocido, cómo me gustaba. Esto es como un homenaje al rey, a él (a don Jun)".
Desde las diez y media de la mañana, coches oficiales comenzaron a aparecer asiduamente con miembros de la organización y responsables de seguridad.
La llegada de los invitados fue a partir de las once de la mañana en autocares de la empresa pública Enatcar, con cristales de espejos que no dejaba ver a los pasajeros que viajaban en su interior.
De los primeros autobuses bajaron los miembros del cuerpo diplomático. Todos los asistentes vestían traje de estiqueta negro.
Los espectadoes aplaudieron cuando reconocieron a los principales dirigentes del Partido Popular (PP), entre ellos José María Aznar, a su llegada a la puerta principal de acceso a la basílica en el patio de armas.
Sobre las once y media hicieron acto de presencia los presidentes de las cámaras legislativas, Juan José Laborda y Féliz Pons, del Tribunal Constitucional y demás altos órganos del Estado.
"Mira, Mario Conde", gritaron algunos. Los autobuses, en total una veintena, seguían concurriendo al monasterio Dejaban a sus pasajeros en tierra y posteriormente continuaban para aparcar.
Poco después, llegaron todos los presidentes autonómicos, incluído Manuel Fraga, y a las 11.35, todos los miembros del Gobierno, salvo el presidente, Felipe González, que llegaría más tarde, junto al rey.
La llamada Casa de la Reina, frente al monasterio, de estilo herrdiano y actualmente una casa de viviendas, tenía todas sus ventanas y mansardas abiertas y con espectadores.
Cerca de las 11.40, descendían de dos atocares los delegados de varias familias reales, como la de Japón, y de los países árabes, así como de la nobleza española. A las 11.45 llegó el principe heredero de Marruecos.
Los soldados de la Guardia Real, con uniforme de gala, que custodiaban la entrada de las personalidad a ambos lados de una extensa alfombra roja, levantaron sus espadas en alto cuando hizo acto de presencia el presidente de la República de Portugal, Mario Soares. El público presente prorrumpió en aplausos.
Posteriormente, legó el príncipe de Gales, Carlos, que accedió por el lado norte del edificio bordeando la fachada principal, por la misma puerta que entrarían los miembros de la familia real española, evitando el acceso principal, por el que entraron los demás invitados.
También fue muy comentada por el público la llegada de los reyes Balduíno y Fabiola de Bélgica, Constantino de Grecia, así como Alberto y Rainiero de Mónaco.
LA LLEGADA DEL REY
Sobre las 11.55, llegó la madre del rey y viuda de don Juan, doñaMaría de las Mercedes, las infantas Pilar y Margarita, acompañadas del doctor Zurita y de sus hijos.
A las 12.04 del mediodía el corneta de la Guardia Real anunció la presencia de los reyes de España, acompañados del presidente del Gobierno y de sus hijos, el príncipe Felipe y las infantas Elena y Cristina, que fueron recibidos con calurosos aplausos.
A la izquierda del patio de armas, don Juan Carlos y doña Sofía se subieron a un pequeño podio, en el que escucharon el himno nacional, al tiempo qe sonaban 21 salvas de honor.
A continuación, su majestad pasó revista a las cuatro compañías de la Guardia Real, mientras los demás miembros de la comitiva, encabezados por la reina, que llevaba una mantilla negra, se acercaban a la entrada, donde les esperaba el prior del monasterio. "¡Viva el Rey!" gritaron algunos de los asistentes. "¡viva!" respondió el público congregado.
Una vez que hubieron entrado, el público se retiró para poder seguir la ceremonia por televisión. Posteriormente se retiaron los miembros de las cuatro compañías entre los aplausos de los curiosos.
Sobre las 12.45 los reyes abandonaron el monasterio en un coche oficia, y poco más tarde lo hacían los presidentes autonómicos en autobus.
Alrededor de las 14.00 todavía muchos invitados hacían cola para poder acceder a los autobuses que les llevarían de vuelta a Madrid. Unos 50 coches oficiales desplazaron a otras autoridades.
Entre el público asistente se produjeron dos desmayos y una joven sufrió un ataque epilético.
(SERVIMEDIA)
07 Abr 1993
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