En una entrevista en TVE recogida por Servimedia, Marlaska reconoció que, aunque sobre la sumisión química ya se lleva trabajando “muchísimo tiempo” porque no es un fenómeno “de último momento”, con la nueva ola de los pinchazos (las “circunstancias extraordinarias desde el mes de julio”, la llamó) Interior está “trabajando en coordinación con todas las policías autonómicas y locales con el fin de comprobar qué hay detrás”.

El ministro barajó que los pinchazos obedezcan a la “sumisión química tradicional” y sean “la inoculación de sustancias tóxicas con el fin de someter la voluntad de una persona para la comisión de un delito posterior, mayoritariamente de carácter sexual pero que puede ser cualquier menor: robos, etcétera”.

Sin embargo, también dijo estar estudiando “si hay otra otra voluntad detrás, simplemente la de intentar trasladar una situación de inseguridad, amedrentar a un colectivo y, con ese discurso absolutamente machista, tratar de sacar al 50% de la población, a las mujeres, del espacio público”. Luego aseguró que Interior está “haciendo un estudio individualizado de estos supuestos para determinar a qué puede obedecer” este comportamiento.

En todo caso, quiso trasladar a todas las víctimas “que, a la mínima creencia de haber sido objeto de un pinchazo, lo denuncien”, porque, sea cual sea la motivación, el pinchazo “ya es un delito independientemente de que luego se pueda concretar” en “otros tipos de delitos que se ampliarían a la primera imputación” de un delito de lesiones.

Además, recordó a esas eventuales víctimas que es “muy importante que vayan a un centro asistencial de inmediato, porque hay tóxicos que son de muy rápida absorción, con lo cual es relevante que esa analítica se haga al mínimo momento”.