Marín pronunció un discurso breve y austero en el acto institucional de conmemoración de la aprobación de la Constitución, en el que se había suprimido el tradicional cóctel en señal de duelo por el reciente asesinato de dos guardias civiles por parte de ETA.

De hecho, Marín se dirigió a los invitados, reunidos en el Salón de Pasos Perdidos del Palacio del Congreso, después de guardar un minuto de silencio en recuerdo de Raúl Centeno y Fernando Trapero, los dos agentes asesinados.

Sus primeras palabras fueron para celebrar la detención de los presuntos autores de ese asesinato y asegurar que "siempre será así", los terroristas siempre acabarán ante la Justicia, y para agradecer la colaboración de Francia.

Expresó a continuación una reflexión sobre la Constitución, de la que dijo que "no es un mito intocable y no puede serlo", aunque sí debe ser respetada como "referencia básica" para entender lo que es España y aceptar su diversidad.

La Constitución, subrayó, ha proporcionado a los españoles los treinta años de mayor progreso de toda su historia reciente, y la historia de ese texto es la de un éxito colectivo de todos.

Sin embargo, afirmó, los españoles han tenido siempre "la tentación de ser iconoclastas" y de comportarse como "cainitas", y por ello cuesta asumir "que la historia ha juzgado ya a la Constitución de 1978 como un éxito colectivo".

Manuel Marín expuso a continuación una reflexión "personal" que era también una reivindicación: la necesidad de "trabajar de otra forma y con otras maneras", recuperando lo que, en su opinión, fue la esencia de la tarea constitucional, "consenso y sentido del límite".

Definió el consenso como voluntad permanente de llegar acuerdos que faciliten la vida de los ciudadanos, y el sentido del límite como la asunción de que en política "es legítimo apretar al adversario" pero hay que saber cuando abrir la mano y, llegado el caso, tenderla para estrecharla.

"Me niego a aceptar que consenso y sentido del límite sean palabras viejas. No es verdad. Tendrán que adaptarse, pero siguen siendo hoy muy necesarias" y, desde el "granito de autoridad" que le da ser presidente de las Cortes Generales, advirtió a los parlamentarios: "no se puede repetir otra legislatura tan dura y tan ruda como la que hemos tenido".

La presión de los ciudadanos, sentenció Marín, tiene que conducir a la clase política a "intentar el entendimiento" sobre asuntos básicos de la democracia, y para ello invitó a unos y a otros a "dejar de acumular reproches".

Emplazó a los políticos a "volver a la política con mayúsculas, a volver a volar alto, abrir la puerta a la grandeza", convencido de que terminará siendo así porque los ciudadanos "nos lo van a imponer, nos lo van a reclamar".