Maragall subrayó en la Ser que existen opiniones "muy diversas" sobre la constitucionalidad de la reforma propuesta por el Parlamento catalán, y se mostró convencido de que saldrá adelante después de un gran acuerdo.

En su opinión, "se veía venir" que el mayor escollo no sería el término "nación", pese a la tormenta suscitada, sino otros asuntos, como la financiación o las competencias.

Pese a todo, dijo, lo más importantes es que después de 25 años de "éxito mejorable" del Estado de las autonomías, Cataluña "va sabiendo cómo quiere gobernarse".

Apenas quiso hablar sobre su intento frustrado de remodelar su Gobierno, pero sí advirtió al PP de que "se equivoca" con su oposición frontal a la reforma. El deseo de los catalanes, dijo, es que España "se reconozca como es".

Tampoco entró en la polémica suscitada al conocerse su discusión con el ministro José Bono durante una cena en la embajada de Portugal en la que estaban, entre otros, el Rey y los presidentes español y portugués.

Se limitó a subrayar lo "conservador" de algunas de las posiciones de Bono y desvinculó su gran popularidad del debate sobre el Estatuto. Esa valoración de los ciudadanos se debe, sentenció, a que aglutina electorado de los dos grandes partidos, porque es del PSOE pero "habla como si fuera del PP".