El fallecido y su cuñado tenían en su poder, entre otros objetos, más de 50 metros de cable de cobre que minutos antes habían robado, supuesamente, de un taller de Renfe situado en las inmediaciones de la estación de Atocha. Los dos supuestos ladrones decidieron llevar las mercancías que portaban a una furgoneta de su propiedad y cruzaron por una zona de alta densidad de tráfico ferroviario, en la que está "absolutamente" prohibido el paso.

El fallecido no advirtió la llegada de un tren y fue atropellado. Efectivos de seguridad de la compañía se percataron de lo ocurrido y avisaron a la Policía, que detuvieron en el mismo lugar de los hecos al cuñado del fallecido. El cadáver permaneció en el lugar del accidente hasta que el juez ordenó su levantamiento a las 11 horas, lo que provocó algunos retrasos en el tráfico ferroviario.