Los arrestados, que carecen de antecedentes policiales, son Rosario F.H., de 40 años; su hijo, Carlos H.F., de 23; Virginia A.R., de 33; Javier Alfredo E.C., de 24; Angel León R.T., de 35, y Francisco Javier G.V., de 51.

Sobre las 18,30 horas de ayer se recibió en el 091 una llamada telefónica desde Barcelona. Una mujer explicó que estaba hablando por el teléfono móvil con el abogado Miguel J.M. cuando se interrumpió bruscamente la comunicación.

No obstante, a seguir abierto el teléfono, pudo escuchar golpes, gritos y amenazas. El letrado debía encontrarse en ese momento, según la denunciante, en las oficinas de la empresa Cibeles Centro Negocios, S.L., ubicadas en la cuarta planta de la plaza de Callao, número 4.

Los agentes acudieron a este lugar y un empleado que les abrió la puerta les dijo que no ocurría nada, pero no se dieron por satisfechos, al escuchar unos ruidos extraños procedentes de uno de los despachos.

Al entrar encontraron a Miguel J.con síntomas de haber recibido golpes en la cara. La víctima acusó a las personas que se encontraban con él de haberle secuestrado, por lo cual se procedió a la detención de todas ellas. Los agentes descubrieron también unos trozos de cuerda y de cinta aislante.

Según se deduce de las diligencias, el letrado había venido a Madrid por encargo de Cibeles Centro Negocios, con sede en Barcelona y cuya tarea es la explotación de una línea 900 para consultas de tarot. Al frente de la delegación de Madrid fiuraba Rosario F.H., que se había hecho cargo de su explotación tras el convenio de separación legal con el propietario de la entidad.

Al resultar ruinoso el negocio, Miguel viajó ayer por la mañana a Madrid con el encargo de llegar a un acuerdo e incluso liquidarlo. Se entrevstó con Rosario y Virginia A., que figuraba como encargada, y decidieron mantener una segunda reunión por la tarde.

El abogado entró acompañado de Virginia en el despacho, donde le estaban esperando Rosario y su hijo Carlos. ba hablando por el móvil con una mujer en Barcelona y de pronto se dio cuenta de que alguien, situado a su espalda, concretamente Angel León, se echaba sobre él y trataba de amordazarle con cinta aislante.

Tras ser arrojado al suelo, maniatado y amordazado, le arrebataron las 120.000 pesetas y las tarjetas de crédito que llevaba en la cartera y a continuación le dijeron que si creía en Dios rezara porque le iban a matar. Pretendían obtener entre 50 y 80 millones de pesetas, así como la propiedad de lalínea 906. Al oír a la policía, le liberaron de las ataduras y la mordaza, aunque aún conservaba un trozo de ésta en la cara.