El viernes por la tarde, el propietario de un concesionario de coches de Alclá se puso en contacto con la policía, para denunciar que acababa de recibir por correo certificado una carta en la que el denominado "Grupo Armado Republicano, Zona Centro" le exigía cinco millones de pesetas en concepto de impuesto revolucionario.

En la misiva se vertían amenazas de muerte contra el empresario y su familia, a la que aseguraban tener controlada. El extorsionador aseguraba en el escrito que un empresario burgalés había recibido hace dos años un paquete bomba por negarse al pago, y queresultaron heridas su esposa y su hija.

El extorsionador detallaba en su comunicado las condiciones de entrega del dinero. El empresario debía dejar parte de la cantidad total solicitada, tres millones de pesetas, en una papelera, a la entrada del campo de fútbol de la localidad, a las 10,30 horas del sábado. A continuación, tenía que viajar a Guadalajara y esperar en la estación de Renfe la llegada de una persona, que se entrevistaría con él y recogería los dos millones restantes.

La policía recmendó al empresario que siguiera las instrucciones que se le detallaban en la carta, al tiempo que diseñaba un dispositivo para detener al autor o autores de las amenazas.

La víctima de la extorsión acudió el sábado, a la hora indicada en el comunicado, al lugar donde señalaban los extorsionadores. Allí depositó en la papelera el dinero que le pedían y prosiguió su marcha.

Minutos después, un joven se acercó hasta la papelera y recogió el paquete con el dinero. La policía que vigilaba la zona detvo de inmediato al sospechoso, que fue identificado como Alejandro G.M. En la mochila que llevaba a la espalda guardaba un borrador de la carta certificada. La policía siguió con la operación de vigilancia en Guadalajara pero nadie acudió a la cita.

De las investigaciones policiales se deduce que Alejandro actuó en solitario. El supuesto extorsionador tenía fijada su residencia en Torrejón de Ardoz y en su domicilio la policía encontró un ordenador en el que había escrito la carta al empresario alcalano.

Tras ser detenido, Alejandro G.M., sin antecedentes policiales, reconoció la autoría de la extorsión y aseguró que pretendía conseguir el dinero para ir a estudiar Antropología a la Universidad de Méjico. La madre del joven tiene un negocio cerca del concesionario de automóviles, cuyo propietario fue objeto de la extorsión, y por este motivo lo conocía.