El protagonista de esta historia, que ya se encuentra a disposición judicial, había salido de prisión una semana antes. Durante ese tiempo, había vendido heroína en la laza de Chueca, distrito de Centro, a jóvenes drogodependientes.

Cuando una mañana se enteró de que un hermano suyo había fallecido de sobredosis, en palabras textuales, "automáticamente, me ha dado un cambio la cabeza, he arrojado la droga que terminaba de comprar a una alcantarilla y, tras meditarlo durante todo el día, he decidido entregarme a la Policía".

Esta persona afirmó que cada mañana compraba 5 gramos de heroína en una chabola del poblado de Pitis, cerca de la avenida del Cardenal Herrra Oria, en el distrito de Fuencarral. A continuación, regresaba a la plaza de Chueca y vendía en dosis la heroína, que mantenía escondida en la boca. Con el dinero que conseguía iba subsistiendo.

Se ratificó en su deseo de ser entregado a la autoridad judicial. Cuenta con 10 antecedentes policiales, la mayor parte por delitos contra la propiedad.