"Mientras se mantenga la violencia y al mismo tiempo intente ser interlocutor político, no hay interlocutor político. Cuando deje la violencia, no cuando haga una tregua, sino cuando cese definitivamente la actividad armada, es cuando se puede hablar. Pero antes no", insistió Llamazares en un desayuno organizado por el Fórum Nueva Economía.

En cuanto a la necesidad de convocar el Pacto Antiterrorista, indicó que sería lo que "le interesa al PP para seguir enredando" y desarrollando una "estrategia de desgaste" con respecto a las víctimas y las epeculaciones sobre si hay diálogo con ETA. "El pacto, si quieren convocarlo que lo convoquen, es cosa de dos",

Lo que sí debe convocarse, en su opinión, es la Comisión de Secretos Oficiales, en la que están representados todos los grupos, para obtener información "día a día", además de ponerse en marcha un pacto similar al de Madrid no sobre terrorismo internacional, sino contra el conjunto del terrorismo.

"Sería muy importante para no seguir utilizando de manera partidista y miserable la política antiterrorista", agregó, como fue "miserable" la manifestación en principio de las víctimas pero que acabó siendo una movilización "de parte".

Por lo que respecta a la posibilidad de que Batasuna se presente a las elecciones vascas, subrayó que "tiene en sus manos presentarse, no tiene más que condenar la violencia y desmarcarse de ETA".

No tiene sentido que traslade la responsabilidad al resto, porque es Batasuna, reiteró, la que debe "decidir si quiere jugar en democracia", y cuando quiera hacerlo, "tiene las puertas abiertas.

ACUERDO TRAS LAS ELECCIONES

Llamazares considera que después de las elecciones, porque durante la campaña "no hay ningún resquicio para el diálogo", las fuerzas políticas deberán consensuar una reforma del Estatuto de Gernika que satisfaga a nacionalistas y no nacionalistas.

Si en lugar del denominado "plan Ibarretxe", recalcó, hubiera llegado al Congreso una propuesta del 80 por ciento de los vascos, no habría más remedio que aceptarlo y debatirlo, pero el mayor problema de esa propuesta es que no sólo introduce diferencias con el resto del Estado, sino entre los propios vascos.

La propuesta del "lehendakari" lleva implícita la "perversidad de diferenciar ciudadanía y nacionalidad", además de ser "hija de la confrontación entre nacionalismos" que ya forma parte del pasado.