Javier Rubio recordó que "su testimonio y su presencia en los lugares donde hay víctimas de las minas" ejercía una presión considerable en la campaña que está realizando el Comité Internacional de Cruz Roja, desde hace más de un año, para erradicar la fabricación y utilización de estas armas.

Precisamete hoy ha comenzado en Oslo, la capital de Suecia, una Conferencia intenacional en la que se negociará el texto que a finales de diciembre se debatirá en la ciudad canadiense de Ottawa, y del que Cruz Roja espera que sea "el principio del fin de las minas".

La organización calcula que hay más de 110 millones de minas enterradas por todo el mundo, cuyas principales víctimas son las mujeres y los niños que, una vez terminado el conflicto, trabajan y juegan en el campo del que nadie retira las minas.

Cada mes, unas 2.000 personas mueren o resultan mutiladas por la explosión de una mina, según Cruz Roja, que estima en 1.000 años el tiempo necesario para retirar las minas actualmente diseminadas por el mundo, "suponiendo que se retiren al ritmo actual y que no se coloque ninguna más".

Los países más afectados por estas armas son Afganistán y Angola, pero también están provocando numerosas víctimas en Bosnia. Además, según la organización, hay minas enterradas en zonas de Ceuta y Melilla, aunque "esán debidamente señalizadas".

Por todos estos motivos, Javier Rubio recordó que hace unos meses, el presidente de Cruz Roja española, envió una carta al presidente del Gobierno en la que solicitaba explícitamente que España prohíba la fabricación, exportación y utilización de las minas antipersonales.