El padre, Salvador C., contrajo la enfermedad a través de una transfusión de sangre que le realizaron entre 1983 y 1985 en el hospital de Bellvitge de Barcelona, mientras que a la madre y al hijo les fue detectada después.

Esta es la primera sentencia en que se obliga a indemnizar a dos personas a pagar 20 millones de pesetasa pesar de que no queda probado que fueran contagiadas por transfusión sanguínea directa, y se aplica la llamada "lógica jurídica".

El fallo declara probado que el padre se contagió por transfusión sanguínea, mientras que supone que la vía de transmisión de la madre fue la sexual y no determina cómo contrajo la enfermedad el hijo, ya que la única posibilidad hubiera sido la placentaria.

Sin embargo, este caso es difícil de explicar, según la sentencia, porque el niño nació en 1981 y el padre contajo la enfermedad probablemente entre 1983 y 1985. Salvador C. se sometió a un tratamiento de diálisis en el Hospital de de Bellvitge y el centro nefrológico del Baix Llobregat, comarca en la que vive la familia.