La operación, denominada "Sendero", se desarrolló en Valencia, Murcia y Granada, ciudades donde la red disponía de viviendas para ocultar a los extranjeros.

La Guardia Civil inició esta operación el pasado mes de agosto, cuando ciudadanos marroquíes denunciaron a la Policía Local de Benaguacil (Valencia), que se encontraban retenidos a la espera de que les arreglaran los papeles para su regularización.

Las primeras investigaciones se orientaron a localizar a los presuntos responsables y su infraetructura en las localidades de Benaguacil y Liria (Valencia).

En Benaguacil, la Guardia Civil detuvo a S.S., de 26 años, jefe de la red en Valencia y propietario de una de la viviendas donde se encontraban tres secuestrados; y a su hermano H.S., de 18, ambos de nacionalidad marroquí.

Posteriormente, fueron localizadas tres viviendas más, una en Benaguacil y otras dos en Liria, en las que había residido anteriormente el cabecilla de la organización y que habían sido ocupadas por compatriotas marrouíes a los que empadronaban en el Ayuntamiento días después de que el ahora arrestado se las alquilase.

Días después, en Los Alcáceres (Murcia) fue localizado un almacén de grandes dimensiones, donde alojaban a los inmigrantes uno o varios días. En Lorca (Murcia) fueron detenidos B.L., de 34 años, y un menor, ambos de nacionalidad marroquí, encargados de vigilar, ocultar y dar alimentos a los distintos grupos de inmigrantes.

En Dolores (Murcia), fue localizada una casa de campo, donde se detuvo aA.E.F., de 20 años, también de origen magrebí. En La Hoya (Murcia) se localizó una segunda casa de similares características, donde se encontraban más de 40 inmigrantes irregulares.

Las ramificaciones de la red se extendía a las localidades de Chimeneas y Zafarraya, en Granada. En Chimeneas se detuvo a M.E.M, de 34 años, y nacionalidad marroquí. Asimismo, en Zafarraya se localizó una casa que era utilizada como alojamiento temporal de los inmigrantes clandestinos.

La organización captaba a los inigrantes en zonas rurales de Marruecos con la promesa de trabajo en el campo español e italiano. Previo pago de 600.000 pesetas, los extranjeros viajaban en pateras hasta nuestro país, donde, posteriormente, eran secuestrados y retenidos hasta que sus familias pagasen un rescate de unas 170.000 pesetas.