En 1994, cuando ocurrió el percance, Martjin Biesheuvel, de 27 años, estudiaba en la Universidad de Bath y se dirigía a jugar un partido de fútbol con otros tres compañeros, cuando el coche en el que viajaban chocó con la parte trasera de una fila de vehículos aparcados.

A pesar de que Biesheuvel no estaba sentado en la parte delantera del coche, el accidente le provocó la pérdida de casi toda la movilidad de su cuerpo.

Tras el siniestro, su abogaos se querellaron contra el conductor del automóvil por conducción temeraria. Desde un principio, la empresa aseguradora del vehículo aceptó la responsabilidad del conductor, pero no la indemnización que pedía el denunciante. Finalmente, ambas partes convinieron en la millonaria suma.

Según la sentencia del Tribunal Supremo, los más de 2.000 millones de pesetas servirán para pagar los cuidados diarios que recibe el joven y para compensarle por el "dolor, sufrimiento y pérdida de su alegría".

Una e las razones que ha llevado a la justicia británica a aceptar la suma fue el conocimiento de que antes del siniestro el joven había firmado un contrato con la prestigiosa firma de contables Deloitte and Touche, por el que podría haber recibido 500.000 libras anuales (unos 120 millones de pesetas).