Las instalaciones están compuestas, en conjunto, por cerca de 308.000 paneles solares bifaciales que reducirán la dependencia de combustibles fósiles y contribuirán a mejorar la seguridad energética. Además, las plantas evitarán la emisión a la atmósfera de más de 43.000 toneladas de CO2 anuales, según las previsiones de Iberdrola.

Durante la construcción de este complejo fotovoltaico, Iberdrola puso de manifiesto su compromiso con el medio ambiente y el entorno rural e impulsó diferentes iniciativas. Entre ellas, la instalación de un cerramiento de exclusión ganadera lo que permite la compatibilización del suelo y contribuye al sector primario y la economía de la localidad, o el desarrollo de una campaña de educación ambiental con escolares.

Además, entre las medidas medioambientales destacan la construcción de refugios para pequeños mamíferos como liebres o conejos, la instalación de cajas murciélagos, o la creación de cuatro charcas rectangulares que se mantendrán con agua todo el año, incluyendo la primavera y el verano.

El impacto económico de Iberdrola en la región fue de más de 700 millones de euros el año pasado, sumando las inversiones, los salarios, la contribución fiscal y los pagos a proveedores. En 2022, la compañía efectuó compras a 110 proveedores extremeños.

Con la puesta en marcha del complejo Tagus I-IV, ya son 23 las instalaciones renovables operadas por Iberdrola en Extremadura, donde cuenta en la actualidad con una potencia verde instalada de más de 4.200 MW, de los que 2.200MW corresponden a las 15 plantas solares que la compañía tiene en funcionamiento en la región.