El que fuera director del gabinete de la Presidencia con Felipe González analiza de este modo la situación del Partido Popular en la revista "Temas", cuyo Consejo de Redacción preside Alfonso Guerra.

"Fingir que no pasa nada de nada ante una derrota evidente no suele ser sano ni eficaz", opina Dorado. "Si se consigue que nadie se mueva, que nadie critique, que nadie se proponga para enmendar la situación, malo, porque lo único que suele suceder es que la crisis natural abortada o acallada reaparezca en el momento más inesperado, y con mayor virulencia".

A su juicio, es "perfectamente lógico que tras las elecciones de marzo los partidos estén, clara o latentemente, en un periodo de revisión o replanteamiento. Lo notable de la situación actual es que tenemos a todos los partidos, a excepción del PSOE, alborotados y desestabilizados".

"Las pasadas elecciones han sido devastadoras como un tifón. Unos, como ERC e IU, se han descuadernado, y andan intentando recomponer los añicos, a veces a martillazos", apunta. "Por otro lado, el PNV anda postrado en el diván del psiquiatra relatando su doble personalidad, la pragmática y la ensoñadora tradicionalista, y algo parecido, aunque más atenuado, le sucede a CiU".

En el PP, continúa, "la propuesta de renovación interna de Mariano Rajoy ha provocado abandonos muy sonados, algunos muy bien remunerados, y amagos de echar un pulso que no se han concretado, pero que han proyectado una imagen de confrontación y desorientación muy clara".

"ENDOSAR LA DERROTA" AL EQUIPO HEREDADO

Dorado pronostica que, "provisionalmente, Mariano Rajoy puede llevar a cabo la difícil operación de endosar la derrota al equipo dirigente que heredó de Aznar y mantenerse de presidente del partido en el próximo congreso. Pero eso, si no logra machacar a sus oponentes, explícitos e implícitos, puede ser una victoria pírrica, y que se reabra la crisis un poco antes de las elecciones generales de 2012".

"Su carácter dubitativo, su ambigüedad gallega y sus aliados de conveniencia nada fiables no parecen las virtudes más idóneas para llevar a cabo la transición que parece querer hacer", añade. "Lo malo de la crisis es cerrarla mal y precipitadamente, ejemplos en nuestra historia reciente hay de todos los colores y nadie debería alegrarse de ello".

El ex dirigente socialista aclara que "el líder de verdad es el que consigue ser el fiel de la balanza entre sus huestes: no el que decide según le pete, sino al que se le reconoce que tiene la última palabra; no al que elimina a los que están en desacuerdo con él, sino el que es capaz de lograr su cooperación".

"El líder de verdad es el que deja un buen ambiente interno y un banquillo bien preparado, y tiene siempre presente que su actividad es pasajera y está al servicio de su partido, de su país y de los ciudadanos", concluye.