UN HERIDO MUY GRAVE EN EL ULTIMO ENCIERRO DE LOS SANFERMINES AL SER CORNEADO EN LA CADERA
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El pamplonés Francisco Juániz Gurrea, de 56 años, resultó herido de arácter muy grave al ser corneado por un toro en la cuesta de Santo Domingo en el último encierro de los Sanfermines, protagonizado por toros del marqués de Domecq, que realizaron una carrera plagada de situaciones de peligro.
Según el parte médico facilitado por el servicio de urgencias del Hospital de Navarra, Francisco Juániz sufre una herida en el tercio superior de la cara externa del muslo izquierdo, con fractura abierta de fémur al mismo nivel, producida por asta de toro, así como contusiones e tórax y abdomen, esguince de columna cervical y shock traumático. Su pronóstico es muy grave.
Otro corredor, también vecino de Pamplona, Gabriel Beretearbide Astiz, de 23 años, fue arrollado por la manada en la cuesta de Santo Domingo y sufre traumatismo cráneo-encefálico de pronóstico menos grave, aunque permanece ingresado en observación.
Los Domecq, muy bien presentados, crearon mucho peligro, al adelantarse a los cabestros y arrollar a muchos corredores durante los tres minutos y cinco segunos que duró el encierro. Desde los primeros metros de carrera, tres toros se colocaron a la cabeza, imponiendo un veloz ritmo a la manada y derrotando a ambos lados.
Un astado que corría por el lado izquierdo de la cuesta de Santo Domingo se fijó en varias personas que permanecían contra la pared y, tras subirse a la acera, corneó espectacularmente al pamplonés Francisco Juániz, que permaneció unos segundos colgado de uno de los cuernos, siendo lanzado posteriormente a la calzada.
El mismo toro lnzó varios derrotes en los primeros tramos del recorrido. En Mercaderes otro toro resbaló y cayó al suelo junto a un pequeño montón de mozos, aunque afortunadamente no embistió contra ellos. En la curva de la Estafeta, como consecuencia de la velocidad que llevaban, varios toros chocaron contra el vallado y cayeron al suelo, quedando algo rezagados.
En la calle Estafeta la manada quedó muy disgregada y los corredores pudieron colocarse ante las astas, al haber muchos huecos.
En los últimos metrosel toro que corría en último lugar estuvo a punto de pararse, pero en ese momento le alcanzaron dos cabestros rezagados, que lo arroparon hasta la plaza de toros. Los seis astados entraron en el ruedo separados y los dobladores tuvieron que actuar para conducirlos hasta los toriles.
(SERVIMEDIA)
14 Jul 1992
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