Aquel día, dos napolitanos, Giovanni Melle, de 46 años, y Angelo Russo, de 31 años, cayeron abatidos a balazos mientras cenaban. El asesino,que previamente había compartido mesa y mantel con sus víctimas, actuó con sangre fría y disparó a la cabeza y pecho de los finados, en medio del pavor del resto de los comensales. Terminada la operación, escapó tranquilamente, como si nada hubiera ocurrido.

En un primer momento, los investigadores creyeron que el doble asesinato tenía relación con la mafia turca asentada en la Costa del Sol, y dedicada a la importación de heroína desde los países centroeuropeos.

Esa conclusión inicial tuvo su cotinuación en la desarticulación de una banda de narcotraficantes turcos y la incautación de cincuenta kilos de horína, y el posterior asesinato, también a balazos, de un turco residente en Torremolinos procesado por tráfico de estupefacientes.

Sin embargo, los miembros de la Unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil de Málaga rechazaron la supuesta implicación de la mafia turca en el asesinato de los italianos y apuntaron a los clanes napolitanos asentados en la Costa del Sol.

El asesino, aú no detenido, D.L., de 36 años, huyó de España a la mañana siguiente de cometer el doble crimen, al parecer planeado con anterioridad, y abandonó en su huida el revólver que empleo para matar a los dos hombres y numerosa munición, así como el coche con el que se desplazó durante los días previos al asesinato por la provincia.

La Justicia española ha emitido una orden internacional de búsqueda y captura, mientras que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tratan de "hacer previsiones de futuro",según indicó a esta agencia un portavoz oficial, para evitar nuevas actuaciones de esta índole a manos de mafiosos napolitanos.