La operación comenzó cuando la Guardia Civil tuvo conocimiento de que un buque que llegó el pasado sábado al puerto de Barcelona procedente de Santa Fe de Bogatá (Colombia) transportaba una importante carga de droga entre sus contenedores. En uno de ellos había 250 sacos de café de la Federación Nacional de Cafeteros de Clombia cuyo destino era un importador de Madrid.

La Guardia Civil montó un servicio de vigilancia y, en cinco días, consideró que los traficantes sospechaban que el cargamento había sido descubierto y que desistieron de recogerlo. Posteriormente solicitó autorización a la Fiscalía Antidroga para abrir el contenedor y conocer su contenido.

Las mismas fuentes indicaron que entre la mercancía declarada (250 sacos de café colombiano con un peso de 17,5 toneladas) había unas bolsas de deporte de gran amaño con 210 pastillas envueltas en cinta de embalaje, que contenían 288 kilos de cocaína cada una de ellas.

Las bolsas llevaban un precinto idéntico al utilizado para sellar las puertas del contenedor, hecho que hace suponer a la Guardia Civil que los traficantes pensaban sustituirlo de manera que el contenedor prosiguiera su viaje sin levantar sospechas.