Según Greenpeace, con esta ampliación, playas como las de Cala Gat y Son Mol se verían afectadas por el déficit de arenas causado por el nuevo espigón. Además, la organización estima que las operaciones de dragado del espigón y la estracción de arenas de los fondos para luchar contra la regresión costera afectarían gravemente a las praderas de Posidonia oceánica.

La desaparición de estas praderas submarinas pone en eligro la estabilidad del litoral, ya que forman la mayor parte de la arena de las playas y frenan la energía del mar. "Un acto especulativo así sólo beneficiaría temporalmente a unos pocos, y perjudicaría gravemenete a la mayoría de la población, incluida la que depende del sector turístico", añade Greenpeace en un comunicado.

Baleares cuenta con 1.300 kilómetros de costa, de los que 100 son playas que corren el peligro de desaparecer. Con esta ampliación, el puerto contaría con 400 nuevos puntos de marre, que se sumarían a los 17.000 ya existentes en Baleares en más de 60 instalaciones náuticas.