Núñez manifestó que la postura de Romay Beccaría contrasta con la adoptada por sus homólogos en países como Bélgica, Dnamarca u Holanda que "han pedido a los comerciantes que como medida de precaución dejen de vender productos de PVC blando para menores de 3 años".

Aseguró que la campaña contra los productos fabricados con PVC no carece de fundamento científico, como apuntan los fabricantes, puesto que, según estudios realizados por expertos en nuestro país y en Estados Unidos, las fábricas de este material son "fuentes de generación de dioxinas".

La dirigente de Greenpeace España expuso que el PVC tiene aditivo, tales como: plastificantes, metales, estabilizantes, etc, los cuales no quedan unidos al PVC, sino que pueden migrar, "como ocurre con los ftalatos (sustancia tóxica para hígado y riñón) de los juguetes".

Núñez apuntó que estudios realizados en países como Holanda y Bélgica revelan que los ftalatos se liberan en mordedores, sonajeros o muñequitos de PVC blando para menores de dos años y que por lo tanto, cabe la posibilidad de que los niños ingieran esta sustancia con el consiguiente peligro.

Aimismo, denunció que algunos productos de PVC, como los juguetes, no están etiquetados, con lo que el ciudadano no puede elegir.

Añadió que la CECU (Confederación Española de Consumidores y Usuarios) ha pedido que se etiquen estos productos sin éxito alguno, lo cual demuestra que "el Gobierno español no tiene ninguna voluntad de evitar los problemas sanitarios que ocasiona el PVC a la población".

Por otra parte, Núñez dijo que la investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (SIC) sobre los efectos de los envases de PVC en el agua mineral, no es la mejor referencia porque no se realiza en las condiciones reales de conservación del agua mineral.