Tras esta actuación, y dado que las ONG sólo habían sido invitadas como observadoras, las organizaciones ecologistas acusan a la Comisión Europea de somerterse a las multinacionales de los transgénicos.

Según estas organizaciones, este debate sobre cultivos transgénicos y no transgénicos sin contar con ellas, "no se puede considerar objetivo ni sus conclusiones constructivas para uturas políticas europeas".

"La Comisión vuelve a perder otra oportunidad de establecer un debate público sobre la coexistencia. En su lugar, esta institución celebra un debate controlado por el sector político y económico, en particular la industria con intereses en la venta de semillas modificadas genéticamente, que está a favor de los transgénicos", recalcó Liliane Spendeler, responsable del área de biotecnología de Amigos de la Tierra.

Para estas ONG, las experiencias vividas en los países enlos que se cultiva maíz y soja modificados demuestran que los cultivos transgénicos plantean problemas medioambientales, sociales y económicos.

En las condiciones actuales, añaden, la viabilidad a medio-largo plazo de la agricultura convencional y ecológica no está asegurada, "por lo que no se debería permitir que los responsables de contaminaciones irreversibles campen a sus anchas y monopolicen los debates organizados por las instituciones europeas", indicó, Juan-Felipe Carrasco, responsable de la cmpaña de Ingeniería Genética de Greenpeace.