Según Greenpeace, la ampliación de la explotación provocaría la destrucción de 5.000 hectáreas de hayedo y robledal centenarios y ocasionaría daños irreversibles en una zona frecuentada por osos.

Los ecologistas han remitido a la Consejería de Medio Ambente y Ordenación del Territorio de la Junta de Castilla y León un informe que concluye que el suelo afectado por la explotación a cielo abierto experimentaría un grave proceso degenerativo, "ya que se removerían decenas de miles de toneladas de tierra diariamente".

Greenpeace mantiene que las explotaciones para extracción de mineral a cielo abierto deterioran el medio ambiente, no crean empleo estable y "no son el modelo de desarrollo que traerá riqueza a las áreas rurales afectadas".

A juicio d Mario Rodríguez, portavoz de la organización ecologista, "la Junta de Castilla y León reconoce que la degradación del medio natural es un obstáculo para el desarrollo. Ahora tiene la oportunidad de predicar con el ejemplo negando a Hubasa el nuevo permiso de explotación que ha solicitado".