La campaña tiene como objetivo a los llamados conductores de "alto riesgo", personas detenidas varias veces por conducción bajo los efectos del alcohol, los jóvenes e inexpertos conductores y a los empleados que trabaja con coche de empresas, bastante propensos a exceder los límites de velocidad. Estos conductores sufren una cuarta parte de los accidentes fatales que se producen cada año en Gran Bretaña.

Las medidas incluirán penas mucho más duras, como multas de mayor cuantía, la inhabilitación para conducir o la necesidad de hacer nuevos exámenes de conducción. Estos examinarán no sólo las habilidades requeridas en una prueba normal, sino también control de derrapes y el nivel de respuesta ante las situaciones de eligro.