En enero de 1989, las autoridades brasileñas introdujeron un gravamen del 13 por ciento sobre las exportaciones de sisal (una fibra textil procedente de la pita), quedando exentos del impuesto los exportadores del pís.

La industria comunitaria transformadora importa mayoritariamente de Brasil, que produce más del 70 por ciento del sisal no elaborado, con lo que este sistema distorsionaba el mercado comunitario y de terceros países.

La comunidad planteó este problema en 1989, de forma bilateral, a las autoridades brasileñas y solicitó una ronda de conversaciones. Por ello, fijó en un 25 por ciento el derecho autónomo aplicable a los productos elaborados del sisal.

La modificación realizada ahora por el inisterio de Industria adapta los derechos arancelarios expañoles a estos productos, cuando sean originarios de terceros países, según lo dispuesto en el Reglamento Aduanero.