Así lo dijo hoy en la Ser el ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, quien juzgó "razonable" la reunión del presidente con el líder de uno de los partidos que suele respaldar al Gobierno.

El asunto clave de ese encuentro será la reforma del Estatuto de Cataluña, un proceso en el que Sevilla volvió a pedir respeto para el trabajo de los partidos catalanes antes de evaluar el contenido de un texto que ni siquiera ha sido aún aprobado en el Parlamento autonómico.

Explicó que su reunión de ayer con el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, fue "cordial, como corresponde a amigos y correligionarios", y confía en que el resultado final sea "positivo para el conjunto de España".

La reforma es "ambiciosa, como necesita Cataluña", admitió, y sobre algunos de sus puntos existen "reservas", pero no sólo del Gobierno, sino de los propios partidos catalanes, que han presentado votos particulares al informe de ponencia.

Se mostró por ello partidario de no hacer "juicios de valor" sobre el texto hasta que sea aprobado por el Parlamento catalán, y a tener en cuenta que después deberá ser debatido y votado en las Cortes Generales.

En este sentido, juzgó "respetable" la opinión contraria a esa reforma expresada por Alfonso Guerra, presidente de la Comisión Constitucional del Congreso, por la que debe pasar el texto.

Pese a considerar "legítimo que manifieste su preocupación", Sevilla pidió tambián a este destacado diputado socialista que deje trabajar a los partidos catalanes. "¿Qué hubiera pensado él si siendo vicepresidente alguien hubiera hecho en una universidad de verano una declaración como esa?", se preguntó.