Fuentes del Ejecutivo y de los socialistas vascos resaltan como un hecho absolutamente novedoso que la formación de Otegi por vez primera en 25 años apueste por pacto "no independentista" entre nacionalistas y constitucionalistas, para desbloquear lo que denomina conflicto armado.

Ahora sólo queda resolver la cuadratura del círculo: ETA desaparece o Batasuna condena la violencia, decía esta mañana la diputada vasca Isabel Celaa en los micrófonos de Radio Euskadi. Y el ministro del Interior hace unos días hablaba de que la solución final puede ser que ETA desaparezca sin más o que "los partidos consideren que ha habido una disolución efectiva". Ahí va a estar la clave.

EN EL MATIZ

"Señor presidente del Gobierno de España: Batasuna no está planteando un escenario independentista para la solución del conflicto (...) Batasuna no está planteando un frente nacionalista vasco que imponga una solución unilateral del conflicto. Batasuna plantea un acuerdo entre nacionalistas y no nacionalistas, un acuerdo que debe contar con la adhesión y el respeto de las distintas sensibilidades existentes en el pueblo vasco. Y que debe ser refrendado, inevitablemente, por todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que vivimos y trabajamos en Euskal Herria".

Estos párrafos han sido acogidos con mucho optimismo, admiten las fuentes socialistas consultadas. Lo que ocurre es que la experiencia de anteriores intentos de paz fracasados hacen que el Ejecutivo se tiente mucho la ropa antes de dar más pasos.

"No se puede ir más allá, de momento", era la frase más escuchada esta mañana en los pasillos del Kursaal de San Sebastian, donde se está celebrando la V Convención Municipal del PSOE, tras escuchar la respuesta de Zapatero: si Batasuna condena la violencia, él está dispuesto no sólo a escucharle sino a hacer "esfuerzos" por la paz.

Una oferta que iba redondeada por ese el "plan Ibarretxe" no es "el final de nada" sino el principio de una reforma estatutaria de la que Euskadi puede salir con más autogobierno.

Unas palabras que se unen a las pronunciadas ayer mismo por Mariano Rajoy, a su salida de La Moncloa, en el sentido de que Otegi debe condenar la violencia y luego "ya veremos".

El Ejecutivo, no obstante, es consciente de que puede ser una nueva maniobra de los ¡abertzales´ a pocos meses de perder lo que es su última representación política, la del Parlamento Vasco, porque no van a poder concurrir a las elecciones.

Por eso prefiere no dar alas al triunfalismo y cada movimiento será sumamente calculado.

De momento, el presidente del Gobierno está muy satisfecho de los compromisos alcanzados ayer con Rajoy y no va a separarse excesivamente del líder del PP, porque sabe que este nuevo escenario vasco y las reformas constitucionales y estatutarias que quiere necesitan el consenso de los dos partidos mayoritarios.

Y esta mañana, Zapatero ha echado un capote a su amigo (desde hace varios años) Mariano Rajoy, al señalar su talante y su actitud ayer llegando a acuerdos con el Ejecutivo en un asunto, el conflicto territorial, cuya explotación podría ser fuente de muchos votos para el PP.