Lo hicieron en un acto celebrado en el madrileño Museo del Traje en el que también participaron la exgimnasta Almudena Cid, el director de la Compañía Nacional de Danza, Joaquín de Luz, y la actriz Mariamu Toure, quienes defendieron el “potencial transformador de la cultura y los beneficios que conlleva para la infancia y la adolescencia”, especialmente para quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad.

En su intervención, Iceta refrendó la voluntad de su departamento de hacer “todo lo posible por facilitar el acceso a la cultura y al deporte a niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad, facilitando al máximo que se produzca la conexión entre las personas y sus sueños”.

Por su parte, Ernesto Gasco comentó que estos programas suponen “un paso importante para incluir las políticas culturales en la agenda de lucha contra la pobreza infantil, reconociendo el potencial transformador que tiene la cultura”.

Los programas de ‘Culturas que transforma’, mucho de los cuales están en fase de desarrollo, tienen como objetivo satisfacer el interés de los jóvenes en la cultura, garantizar que la infancia y la adolescencia tienen acceso a sus beneficios, combatir los efectos de la pobreza infantil y trabajar por la mejora de la inclusión de los menores.

Los programas se vinculan con seis ejes culturales: bellas artes, cine, música, teatro, danza y literatura. En total, se han puesto en marcha ocho programas en diferentes territorios, centrándose en el fomento de la lectura durante la primera infancia, talleres en museos, creación cinematográfica, práctica musical colectiva o campamentos de verano ‘multiartes’.

También se han creado dos redes de ámbito estatal: la Red Musical Social, para fomentar la inclusión a través de la práctica musical colectiva, y la Red Estatal de Promoción Lectora Infantil y Juvenil ‘Leer Transforma’, dedicada a impulsar la lectura y la cultura a través de actividades lúdicas y didácticas.

A juicio del Gobierno, esta iniciativa representa “una vía única para generar cohesión social por su capacidad para mejorar la autopercepción, el bienestar emocional y generar vínculos”, y confía en que sirva para “combatir ciertos obstáculos”, como la distribución territorial de la oferta cultural, el precio de las entradas a espacios o eventos culturales, del material o las matrículas de las actividades, la falta de información por parte de las familias y el distanciamiento de las instituciones culturales.