Las mismas fuentes se resisten, sin embargo, a dar por buena la nueva amenaza de ruptura que hoy publica el diario "La Vanguardia" y reiteran que, "a los efectos del Gobierno", la legislatura termina el año 2000.

No tiene sentido, argumentan, que quien ha contribuido desde el inicio de la legislatura a dar estabilidad parlamentaria a un gobierno "se baje del tren en marcha cuando está a punto de llegar a la mta", en alusión al examen de Maastricht.

Replican también que enmiendas presupuestarias de CiU, Coalición Canaria y del Grupo Popular serán aprobadas por las Cortes y que no cabe arguir un desacuerdo parcial con los presupuestos, en referencia al deseo de CiU de enmendar partidas de Educación y Sanidad.

A pesar de estas palabras, el Ejecutivo de José María Aznar no ignora que Pujol puede estar pensando en un adelanto electoral para próximos meses, pero rechaza que sea por un enfriamiento de las rlaciones entre CiU y el PP.

Los populares sostienen que, más bien, Pujol quiere pillar al PSC con el "paso cambiado" y sin haber designado oficialmente a Pasqual Maragall candidato a la Generalitat. Además, intenta frenar los deseos de Unió, el socio minoritario de CiU, de situar a su presidente, Josep Antoni Durán i Lleida, como "número dos" del cartel electoral y virtual sucesor suyo.

NO HAY FOTO DEL APOYO

En ámbitos del Gobierno se restaba esta mañana importancia a "las fotos presupuestarias de este año. El año pasado Rodrigo Rato y Joaquim Molins se encargaron de plasmar el respaldo al primer presupuesto del PP con un apretón de manos ante la prensa en septiembre, cuando se presentó el proyecto de ley a las Cortes.

"No está previsto" que Rato y Molins repitan foto esta semana (el Gobierno tiene de plazo hasta el martes de la semana que viene para entregar los Presupuestos al Congreso). Las condiciones este año no son las mismas, se dice desde Moncloa, ya que el año pasado la necesidad d plasmar gráficamente el acuerdo iba "más allá de los presupuestos", esto es, se visionaba la estabilidad del Ejecutivo.

Con posterioridad, en octubre, hubo una "foto Aznar-Pujol" y una larga entrevista entre ambos mandatarios. Desde el Gobierno se insinúa que este año puede no haber reunión en la cumbre y se justifica, entre otras razones, por el hecho de que los periodistas preguntarían a Pujol más por las discrepancias y posible ruptura con el PP que por los acuerdos.