Fuentes Quintana dijo que los objetivos del Gobierno deberían ser "modestos y realistas", y conformarse con alcanzar en 1997 el grado de convergencia exigido por la CE para acceder a la fase final de la Unión Económica y Monetaria (UEM).

Advirtió que "todo objetivo no viable ocasiona la pérdida de credibilidad de la política económica". Puso como ejemlo el objetivo de inflación propuesto en 1989 por el Gobierno, del 3 por ciento, al que culpó de que desde entonces "se dejase de creer en las tasas de inflación previstas".

Según Fuentes Quintana, la reducción del déficit público hasta el 3 por ciento es un objetivo suficientemente ambicioso, entre otras razones porque "yo pienso -afirmó- que ahora es bastante mayor del 4,4 por ciento" reconocido oficialmente.

No obstante, aseguró que la política económica aplicada por el Gobierno es la más adecada y que, entre las críticas que se le hacen habitualmente, no ha encontrado ninguna válida, pero sí muchos "geniales disparates".