FRANCO PIDIO AL REY QUE NO ANTICIPARA A LA FAMILIA SU ELECCION COMO FUTURO JEFE DEL ESTADO

- El 12 o el 13, mi general. En todo caso, estaré de vuelta para el desfile militar del 18 de julio.

- Muy bien. Pero venid a verme en cuanto regreseis, porque tengo algo importante que deciros'. "Estas últimas palabras del general me intrigaron, pero las olvidé enseguida. En cuanto llegué a Estoril, mi padre me dijo que sabía de buena tinta que Franco tenía intención de nombrarme sucesor 'a título de Rey', muy pronto. Le dije a mi padre que Laureano López Rodó me había dicho más o menos lo mismo en Madrid, pero que por el momento sólo eran rumores. Si el nombramiento fuese inminente, expliqué a mi padre, Franco me lo hubiera dicho cuando fui a despedirme de él antes de venir aquí. '¿Entonces, o sabes nada preciso?', insistió mi padre. 'No, absolutamente nada'".

- ¿Cómo está vuestra familia, Alteza?

- Muy bien, mi general, gracias.

- Bien. Tengo que anunciaros algo -me dijo sin cambiar de tono-. El próximo día 23 de julio voy a nombraros mi sucesor 'a título de Rey'".

- Pero mi general, ¿por qué no me dijo nada cuando le vine a ver antes de ir a Estoril?.

- No quería que lo supiérais antes de ver a vuestra familia -me respondió con la mayor tranquilidad del mundo.

- Mi general, de todas formas, ahora debo poner a mi padre al corriente de sus intenciones.

- Preferiría que no lo hiciérais.

- Mi general, yo no puedo mentir a mi padre y menos todavía ocultarle una noticia tan importante.

- Entonces... ¿qué decidís, Alteza?

MADRID
SERVIMEDIA

El general Francisco Franco comunicó al entonces príncipe don Juan Carlos que iba a ser su sucesor en la Jefatura del Estado, como rey de España, sólo una semana antes de su nombramiento y le pidióque no anticipara la noticia a su familia.

Así lo revela el propio Rey en la primera biografía autorizada del monarca español escrita por José Luis de Vilallonga, que saldrá a la venta a comienzos de marzo próximo, y algunos de cuyos contenidos ha avanzado el diario "La Vanguardia" de Barcelona.

Don Juan Carlos I detalla en el libro los prolegómenos de su nombramiento como Rey y las conversaciones previas que mantuvo con Franco.

"Yo fui a menudo víctima de esa inclinación del general hacia e secreto y el disimulo", confiesa el monarca,. "Me acuerdo que a principios de julio de 1969, me fui de vacaciones a Estoril para pasar el día de San Juan con la familia (...) Antes de irme de Madrid, fui a El Pardo a despedirme del general.

'- ¿Cuándo tenéis pensado regresar, Alteza?- me preguntó.

- El 12 o el 13, mi general. En todo caso, estaré de vuelta para el desfile militar del 18 de julio.

- Muy bien. Pero venid a verme en cuanto regreseis, porque tengo algo importante que deciros'. "Estas últimas palabras del general me intrigaron, pero las olvidé enseguida. En cuanto llegué a Estoril, mi padre me dijo que sabía de buena tinta que Franco tenía intención de nombrarme sucesor 'a título de Rey', muy pronto. Le dije a mi padre que Laureano López Rodó me había dicho más o menos lo mismo en Madrid, pero que por el momento sólo eran rumores. Si el nombramiento fuese inminente, expliqué a mi padre, Franco me lo hubiera dicho cuando fui a despedirme de él antes de venir aquí. '¿Entonces, o sabes nada preciso?', insistió mi padre. 'No, absolutamente nada'".

"De vuelta a Madrid, cuando se acabaron las vacaciones, fui a El Pardo a saludar al general. Como de costumbre, me recibió con mucha amabilidad.

- ¿Cómo está vuestra familia, Alteza?

- Muy bien, mi general, gracias.

- Bien. Tengo que anunciaros algo -me dijo sin cambiar de tono-. El próximo día 23 de julio voy a nombraros mi sucesor 'a título de Rey'".

("Eso caía cinco o seis días más tarde. Me dejó estupefacto")

- Pero mi general, ¿por qué no me dijo nada cuando le vine a ver antes de ir a Estoril?.

- No quería que lo supiérais antes de ver a vuestra familia -me respondió con la mayor tranquilidad del mundo.

- Mi general, de todas formas, ahora debo poner a mi padre al corriente de sus intenciones.

- Preferiría que no lo hiciérais.

- Mi general, yo no puedo mentir a mi padre y menos todavía ocultarle una noticia tan importante.

"Me miró en silencio unos segundos, con cara impenetrabl. Después, me preguntó:

- Entonces... ¿qué decidís, Alteza?

"No me dijo: 'Tomaos tiempo para reflexionar vuestra respuesta'. No. Tenía que responderle allí, enseguida. Al fin había llegado el momento que yo tanto temía. De pie, frente al general que esperaba imperturbable, hice un razonamiento muy sencillo, un razonamiento que ya había hecho a menudo para mis adentros.

Mi padre, en contra de la opinión de muchos de sus consejeros, había querido que yo hiciera mis estudios universitarios y miitares en España. Sabía mejor que nadie los riesgos que corría enviándome "al enemigo". No tardé mucho en saberlo yo también. Ahora, el envite principal no era saber quién iba a ser Rey de España, si mi padre o yo. Lo importante era restaurar la monarquía en España. "¿Qué decidís, Alteza?", acababa de preguntarme el general Franco.

Si no le respondía allí, enseguida, podía apartarme de sus proyectos, porque no le gustaba que lo contrariaran y no le faltaban peones para continuar el juego si yo le dejaa el sitio libre. En tal caso, era seguro del todo que Franco no acudiría al conde de Barcelona. Dicho esto, José Luis, en ningún momento (y Dios sabe si hubo momentos difíciles) creí que el general fuera a cambiar de opinión respecto a mí. Que tardara tanto en nombrar un futuro rey no quería decir que no fuera un monárquico convencido.

España (y eso me parece significativo) nunca dejó oficialmente de ser un reino durante todo el periodo que duró el Franquismo. Yo hubiera querido naturalmente que las osas pasaran de otro modo, sobre todo por respeto a mi padre. Pero aquel día, Franco me puso entre la espada y la pared. Esperaba mi respuesta. Le dije: "De acuerdo, mi general, acepto". Sonrió imperceptiblemente y me estrechó la mano".

A continuación, el Rey explica cómo desoyó la petición de Franco y cómo acogió la noticia su padre:

"De vuelta a casa, llamé a mi padre a Estoril y le conté lo que acababa de pasar. Mi padre tuvo entonces una reacción perfectamente lógica. 'Eso quiere decir -su vo se había alterado- que lo sabías cuando viniste aquí y que no has querido decírmelo'".

"Le respondí que se equivocaba, que yo no sabía absolutamente nada cuando fui a Estoril. Estaba al corriente de ciertos rumores, lo mismo que él. Pero en Madrid, hay que tomar los rumores por lo que valen. Yo decía la pura verdad, pero bajo el impacto de la noticia, mi padre no me creyó. Durante muchos meses, estuvo muy frío conmigo. Después, con el tiempo, todo volvió a su cauce. Me abrazó y me dijo:

'Despuésde todo, soy yo el que te ha puesto en ese trance al enviarte a España'. Después, añadió con amargura: 'Pero nunca hubiera creído que las cosas se harían así'".

RELACIONES CON FRANCO

El Rey afirma en el libro que los prolegómenos de su nombramiento como sucesor de Franco se habían hecho "según el estilo muy personal del general, que tenía costumbre de golpear duro, fuerte y sin avisar".

"Reflexionando sobre ello después de tantos años", añade don Juan Carlos, "he llegado a la conclusión de que ranco se comportó en este asunto siguiendo una lógica que le era absolutamente personal. Hacía tiempo que había decidido que, mientras él viviera, mi padre jamás subiría al trono de España, y empleó el tiempo que consideró necesario para ponerme a prueba antes de nombrame a mí heredero en lugar de a mi padre".

Requerida su opinión sobre las relaciones que mantuvo que Franco, el monarca contesta: "Dado el hombre frío y misterioso que era, mis relaciones con Franco fueron muy buenas. Era muy amable, a mnudo afectuoso, y siempre muy respetuoso con lo que yo representaba a sus ojos".

En otro momento del libro, el Rey desvela la preocupación que le asaltó tras su nombramiento como sucesor respecto al recibimiento que tributaría a la noticia el pueblo español.

"Sabía que Franco había decidido hacer de mí el Rey de España, pero no sabía cómo iba a reaccionar el país a esta decisión del general. Porque, vamos a ver, ¿cuántos monárquicos había en aquella época, José Luis?. Muy pocos, seamos sinceros. sí que había que ser realista. Incluso la 'operación retorno' de la monarquía decidida por Franco no dejaba de ser peligrosa. ¿Cómo iba a reaccionar la izquierda? ¿Cuál sería la actitud del Partido Comunista?".

"Yo ya me había dado cuenta de que, si bien la aceptación de la monarquía no iba a presentar poblemas en el campo y en las ciudades pequeñas, a medida que se subía en la escala social apenas se disimulaban las reticencias. Sabía, eso sí, que los militares iban a aceptarme, porque yo había sido esignado por Franco y las decisiones de Franco en el Ejército no se discutían. También porque yo había pasado por todas las academias militares y me había ganado la amistad de muchos. Además, nunca perdía la ocasión de volver a tomar contacto con mis antiguos compañeros".

El Rey cuenta que en sus viajes por España era recibido por los ciudadanos con mucha cordialidad, aunque no faltaban las excepciones.

"Recuerdo que en un pueblo, cerca de Valladolid, hubo gente que nos arrojó patatas cuando pasaos frente a ellos en coche. El ministro de Agricultura, con el que yo viajaba, estaba horrorizado. Tuve que tranquilizarle: 'Cálmese, señor ministro, a quien las tiran es a mí, no a usted'.

"Otro día, en Valencia, iba andando por la calle con el capitán general de la región. Yo siempre tengo la costumbre de volverme para ver si me siguen y quién me sigue, y aquel día vi a un hombre que se acercaba a nosotros corriendo. Instintivamente, en lugar de avanzar más rápido, di un gran paso atrás y el capitángeneral se quedó sólo en medio de la calle. A él le cayeron los tomates que me estaban destinados. Tuve que explicar de nuevo que los tomates eran para mí y no para el capitán general. Gajes del oficio, como hubiera dicho mi abuelo Don Alfonso XIII".

(SERVIMEDIA)
23 Feb 1993
JRN