Reportaje

Día de la Depresión

Francisco tiene una discapacidad del 60% sobrevenida por "una depresión fantasma" que algunos no ven

- Este lunes se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión

- 2,5 millones de personas en España y más de 300 millones en el mundo presentan una depresión y el 50% no está diagnosticada

Madrid
SERVIMEDIA

Francisco Rubio es un ‘bommer’ de 60 años que sufrió acoso en el colegio (entonces no se llamaba ‘bullying’) y recuerda que siempre fue un niño triste y diferente. Con el paso del tiempo, “la cosa empeoró” y, tras más de 15 años trabajando como ingeniero industrial, la depresión que llevaba arrastrando durante años le condujo a un intento de suicidio.

Este catalán afincado en Salou recuerda que fueron años en los que siempre llevaba una careta puesta para ir a la oficina. “Llegó un día en el que no pude mantener por más tiempo la máscara porque aquella situación le generaba un estrés adicional a su estado depresivo. “Una tarde después del trabajo me metí en el mar y me dejé llevar hasta que un barco pesquero me rescató a una milla de la costa”, rememora en una entrevista a Servimedia. “Ese fue el primero de varios intentos autolíticos en mi vida”.

Hoy se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, un trastorno mental que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, es decir al 3,8% de la población.

El trastorno depresivo está considerado la primera causa mundial de discapacidad e incide en la tasa de mortalidad. De hecho, la OMS cifra en 800.000 el número de suicidios que se registran cada año en el mundo y, gran parte de ellos, responden a cuadros clínicos de depresión.

Desde la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN), el doctor José Valdecasas recuerda en manifestaciones a Servimedia que “existen cuadros depresivos graves (algunos con elevada recurrencia o características crónicas) que requieren de abordaje sanitario en los que puede sobrevenir la discapacidad”.

CUESTA SALIR DEL ARMARIO

La vida de Francisco dio un vuelco por completo a sus 38 años. “Me ingresaron en el psiquiátrico. Estuve entrando y saliendo hasta en cuatro ocasiones por diversos motivos: depresión aguda, por fobia social, etc”.

Tras una larga baja, pasó por un tribunal médico que le reconoció una discapacidad psicosocial del 60%. “Perdí mi empleo y mi pareja. Mi vida partió de cero y tuve que reinventarme”, admite. No había cumplido los 40 años y le acreditaron una incapacidad laboral.

“Aún era joven y no quería llevar una vida de jubilado, así que me centré en cuidarme y en el activismo social”. Este tarraconense imparte charlas motivacionales en centros escolares e institutos y celebra jornadas informativas. Además, es presidente de la Asociación Obertament Catalunya y representante del Comité ProSalud en Primera Persona de la Confederación Salud Mental España.

El mantenerse ocupado y, sobre todo, el desempeño de un trabajo en un entorno laboral favorable contribuye positivamente en la recuperación de estos pacientes. Para Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España, “el empleo es una herramienta muy útil porque da la capacidad de elegir, tener autonomía y trazar un plan de vida”, según manifiesta en declaraciones a Servimedia.

El hecho de tener un trabajo desplaza el rol de ‘persona enferma’ por el de ‘persona trabajadora’, con los valores positivos que esto conlleva. El objetivo es sensibilizar a las empresas sobre la importancia de cuidar la salud mental de estos empleados y que se sientan libres para hablar sobre su trastorno. Pero la realidad es otra.

Pese a que las últimas campañas animan a hablar sobre este asunto sin tabúes, lo cierto es que el estigma persiste en la oficina, en la fábrica y en los despachos. Según un informe de Obertament, “el 52% de las personas trabajadoras que ha dejado de ir al trabajo por un problema de salud mental ha escondido el motivo real de su ausencia”.

En la otra cara de la moneda, el estudio ‘La situación de la salud mental en España’, publicado en 2023 por la Confederación Salud Mental España y la Fundación Mutua Madrileña, señala que “el 60% de los empleados que ha pasado por un problema de salud mental no ha dejado de ir al trabajo; y solo el 12,9% comparte su problema con compañeros de trabajo”.

De otro lado, las personas con discapacidad psicosocial presentan la tasa de actividad más baja (un 27,4%) con respecto a la media del resto de discapacidades que supone el 35,5%.

En cuanto a empleabilidad, el colectivo de la discapacidad psicosocial también tiene el índice de empleo más bajo (un 19%), casi 10 puntos menos, que el del conjunto de personas con discapacidad, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre ‘El Empleo de las Personas con Discapacidad’ (EPD) correspondientes a 2023.

¡ABAJO MÁSCARAS, ARRIBA LA VIDA!

Cuando Francisco creía que lo había perdido todo: trabajo, estabilidad emocional y económica, en uno de los ingresos en el centro psiquiátrico conoció a su actual pareja, Lurdes. “Me salvó la vida porque sólo una persona que conoce el oscuro túnel de la depresión puede entender a otra que lo está atravesando”.

Esta pareja lleva 20 años compartiendo la vida y la batalla contra el estigma en la salud mental. Francisco asegura que las crisis depresivas no desaparecen del todo. “Lo que cambia es que aprendes a manejar las herramientas que tienes con mayor maestría y muy importante, ahora me enfrento sin caretas y con una serenidad que me impide hacer estupideces”.

Encaja mejor la falta de empatía de su entorno. “Cuando le dices a la gente que tienes una discapacidad sobrevenida por una depresión aguda tiende a pensar que eres un cuentista. Es una de esas discapacidades fantasmas que pocos ven”, se lamenta. Y admite que llegó a desear tener una enfermedad física porque de ese modo le habrían entendido.

La depresión lo altera todo. “Cambia tu higiene personal, tu alimentación, tus hábitos de sueño. Llega un punto en el que piensas en desaparecer de este mundo. Definitivamente, la depresión es una enfermedad mortal, porque si cada día te levantas sin ilusión es como estar muerto”.

Han trascurrido ya dos décadas desde que Francisco tocase fondo (o casi), gracias a aquel pesquero que lo rescató de un final que aún no estaba escrito. “He reiniciado y empezado una nueva vida con el contador a cero”. Después hizo falta grandes dosis de reflexión y muchas horas de psicoterapia y antidepresivos. Y, cómo no, la compañía inalterable de su pareja Lurdes que ha sido su chaleco salvavidas en mitad del océano.

La ventaja de estas personas que le han visto el rostro a la depresión es que pueden preparase psicológicamente cuando irrumpe en sus vidas. Gracias a ese aprendizaje, Francisco es capaz de contemplar el mar, (ese mar en el que un día decidió desaparecer) y ahora vislumbrar: horizonte y futuro.

(SERVIMEDIA)
13 Ene 2025
AOA/pai