Los hechos ocurrieron en la madrugada del 10 de junio de 1989, cuando el funcionario, que trabajaba por las noches como taxista, fue requerido por los hermanos Francisco José y Julio Rodríguez, de 27 y 25 años, respectivamene.

Según el testimonio del procesado, los dos hombres le amenazaron con un objeto punzante y le obligaron a bajar del coche.

Una vez fuera del vehículo, sacó su pistola reglamentaria y se identificó como policía, pero Francisco José trató de poner el vehículo en marcha, por lo que se abalanzó sobre él y, en el forcejeo, se produjo un disparo que hizo impacto en la cabeza de la víctima, mortal de necesidad.

No obstante, el hermano de la víctima, que falleció dos años después de SIDA, declaró n el juzgado que el policía disparó a su hermano desde la ventanilla delantera izquierda.

Según esa versión, pararon el taxi para acudir a un bar de la calle Orense y cuando montaron en el coche, el policía bajó del vehículo y efectuó varios disparos al aire. Ambos decidieron entonces huir con el taxi, pero el procesado se acercó a la ventanilla y efctuó un disparo.

El objeto punzante jamás fue hallado y, según los peritos, las heridas causadas y la trayectoria del proyectil indican que el balazotuvo que producirse a una distancia mínima, desde el exterior del vehículo.

La acusación particular, que representa a la familia de los fallecidos, mantiene que el policía reconoció a los hermanos cuando montaron en el coche, ya que eran delincuentes habituales por su adicción a las drogas, y disparó porque se asustó.

Por ello, no reconoce la eximente de legítima defensa que contempla el fiscal y eleva su petición de pena hasta 12 años de reclusión para el procesado y reclama al Estado, como respnsable civil subsidiario por su condición de policía, una indemnización de 25 millones para los herederos de Francisco José.