El suceso ocurrió la madrugada del 3 de mayo de 1994 cuando el condenado disparó con una escopeta de caza, propiedad de su padre, contra la azafata Rosa María Rodríguez García, en el momento en que ésta se dirigía a su residencia familiar. Doce horas después y muy cerca de donde se produjo el primer asesinato, hacía lo propio con el cocinero de profesión Nicolás Aparicio Martínez, a quien también disparó a bocajarro.

El condenado reiteró hoy ue "una voz interior me decía que matara", al mismo tiempo que anunció su intención de "seguir el camino de Dios y meterme a sacerdote". En su alegato final, añadió que "si vuelvo a cometer otro crimen me entregaré personalmente a la policía", lo que provocó reacciones de estupor entre los familiares de las víctimas presentes en el juicio.

La defensa de Francisco Caro pidió al tribunal una sentencia absolutoria, a cambio de su ingreso en un centro psiquiátrico donde sea atendido de su probada esquizofenia con delirios paranoides. Tanto el abogado de Caro, Carlos Perelló, como el propio acusado insistieron en la vista en que que sólo asesinó a Nicolás Aparicio.

La detención de Francisco Caro se produjo como consecuencia de que su identidad quedó registrada en un vídeo de seguridad de una sucursal bancaria ubicada a pocos metros del lugar donde se produjo el segundo y último asesinato.