EL FISCAL PIDE 18 AÑOS DE CARCEL PARA LOS ALFARO

MADRID
SERVIMEDIA

El fiscal anticorrupción Carlos Castresana ha pedido nueve años de cárcel para el empresario Benedicto Alfaro Ruiz y otros tantos para su hija Carmen Alfaro Heras, a quienesacusa de los presuntos delitos continuados de estafa y de falsedad en documento mercantil.

Según el escrito de conclusiones provisionales hecho público hoy, Castresana considera probado que en 1988 Benedicto Alfaro dirigía, asesorado por su hija Carmen, el denominado "Grupo Alfaro", que en aquella época se encontraba en una "situación económica de liquidez próxima a la insolvencia definitiva", lo que le llevó a solicitar un prestamo a Baltasar Egea García.

Este hombre dedicaba su actividad profesonal como 'broker' a la intermediación financiera, captando fondos de clientes particulares y colocándolos en diferentes inversiones y productos financieros. "Las inversiones 'opacas' que ofrecía eran en ocasiones arriesgadas, pero a cambio su rentabilidad era superior a la habitual en el mercado y además no tributaban", dice el fiscal.

Egea concedió al empresario la financiación que requería. Según Castresana, "los préstamos, en dinero efectivo, se fueron realizando con fondos fiscalmente no declarads, razón por la que no eran documentados en contrato alguno, y, como garantía de la devolución, Benedicto Alfaro aceptaba letras de cambio o pagarés".

Sin embargo, en julio de 1992, la situación financiera del grupo empresarial Alfaro llegó a ser crítica. "En octubre dejaron de pagarse las nóminas, se carecía absolutamente de liquidez, y en la primera mitad de 1993 debían atenderse compromisos con las entidades de crédito superiores a los 3.000 millones de pesetas, además de otros 7.000 millones de dedas, para los que Alfaro carecía de fondos disponibles", relata Castresana.

Para remediar esta situación, Alfaro y su hija decidieron falsear las firmas de las letras de cambio. Aparentemente, estaban rubricadas por padre e hija, cuando en realidad la conformidad la daba una "persona distinta, no identificada" y puesta de acuerdo con estos dos acusados.

Egea, ajeno a la manipulación, distribuyó las letras falsificadas a sus clientes, pero cuando los efectos comerciales fueron venciendo, los Alfar comenzaron a quejarse de su falsedad y se negaron a pagarlas.

"Conocida por Egea la estratagema y la insolvencia de los Alfaro, que determinaba necesariamente la suya propia, en la noche del 3 al 4 de mayo de 1993, se suicidó, después de quitar la vida a su esposa y a su hijo", dice el fiscal.

Según el fiscal, en la fecha de su defunción, los Alfaro debían a Egea 420 millones en letras legítimas en circulación pendientes de vencimiento, que no habían tenido ocasión de sustituir por otras falsas,y no menos de 1.400 millones de pesetas mediante letras falsificadas.

Para Castresana, los hechos descritos son constitutivos de dos delitos continuados, uno de estafa y otro de falsedad en documento mercantil cometido por particulares, por lo que pide un total de 9 años para Benedicto Alfaro y otros tantos para su hija Carmen.

Asimismo, exige que indemicen a los 126 perjudicados en este caso, cuya investigación fue concluida por la titular del Juzgado Central de Instrucción número 3 de la Audienia Nacional Teresa Palacios, en noviembre de 1999.

Según el auto de conclusión de sumario, la juez imputaba, además de a Benedicto Alfaro y a su hija Carmen, a otras cuatro personas más: Adolfo Pries Betrán, Pedro Francisco Ojalvo Manzanares, Víctor Morales Montoro y Fernando Aguilar Garelly.

Para la juez, los hechos investigados son constitutivos de los delitos de estafa, alzamiento de bienes, contra la Hacienda Pública y de falsedad en documento mercantil.

El caso surgió a raiz de una querlla interpuesta por la sociedad de valores y bolsa CAB, en la que trabajaba el "broker" Batasar Egea, quien acusó a Alfaro de provocar su quiebra en dos cartas remitidas al juzgado antes de suicidarse y matar a su mujer e hijo.

(SERVIMEDIA)
23 Mar 2001
VBR