Cardenal estuvo en el centro de la polémica por sus opiniones sobre la política, la moral y las costumbres sociaes al difundirse la memoria que elaboró como fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco en 1995.

En esa memoria, Cardenal expresó su oposición a "el divorcio, el reconocimiento de las parejas de homosexuales, la demandada posibilidad de que éstos puedan adoptar a menores, la despenalización y en un futuro próxima amplición del aborto, la protección oficial a difunsión de anticonceptivos, la libre circulación de la industria pornográfica y otras del mismo calibre".

Cardenal señal que este "clima de pluralismo sólo beneficia (sobre todo por la acción de algunos grupos intelectuales en diarios, revistas, radio, teatro, cine y televisión) a los extremos viciosos o a la media mediocre". Por el contrario, se lamentó, los comportamientos "auténticamente honrados" se silencian o se catalogan "entre los inservibles restos de un pasado ya muerto".

Tras la polémica originada por estas afirmaciones vertidas en la memoria de la Fiscalía que él dirigía, Cardenal se ratificó en sus posicioes, en declaraciones realizadas a Radio Nacional.

En estas nuevas manifestaciones, Cardenal dijo que las leyes permisivas del aborto, el divorcio o la homosexualidad llevan a la confusión de que "eso por el hecho de ser legal, sea moral", y en consecuencia se rebaja el nivel de moralidad de la sociedad.

Agregó que la ley tiene un carácter pedagógico y que eso deberían sopesarlo quienes hacen las normas, para las cuales pidió que se tome como referencia "la ley natural, moral".

Sobre el caso oncreto del aborto, y ante la posibilidad entonces abierta de que el PSOE estableciera un cuarto supuesto legal de interrupción del embarazo, Cardenal recalcó que es "contrario complementamente al cuarto supuesto, al tercero, al segundo y al primero".