En un encuentro organizado por Repsol YPF con directivos, González consideró que "parece una broma responsabilizar de la crisis alimentaria al uso de cerales para hacer biocombustibles".

"No es verdad" ni "tiene nada que ver" la producción de biomasa con el aumento del precio exagerado de cerales como el maíz o el arroz, "ni por la participación que tiene la producción agrícola en el mix energético" ni "por el porcentaje que este consumo supone en la creciente demanda de alimentos".

González se manifestó escéptico ante los compromisos de la Unión Europea para el año 2020 (reducir un 20% las emisiones de CO2 y hacer que las renovables supongan un 20% de la energía) porque exigirán cambios "revolucionarios", no muy probables dada la alta dependencia de la energía del petróleo, cuyo precio cada vez crece más.

A su juicio, las tensiones mundiales van a aumentar en relación con la energía en los próximos años, ya que no hay bastante producción de crudo para satisfacer la demanda ni inversiones suficientes, si no hay una política "de acompañamiento" adecuada que haga posible predecir y anticipar situaciones.

Una política de acompañamiento que, en su opinión, es totalmente ausente en Europa, a pesar de los ambiciosos objetivos energéticos que se plantea y que, de esta forma, son absolutamente inalcanzables.

Aludió, en este sentido, a la "crisis inevitable de oferta en materia energética" y a la necesidad de reducir la dependencia exterior de energía, que actualmente es muy alta en toda Europa.