MADRID

LA FELICIDAD PASA POR TENER TRABAJO, FAMILIA, SALUD, EDUCACIÓN Y FE EN LAS INSTITUCIONES, SEGÚN UN ESTUDIO DE LA OCDE

MADRID
SERVIMEDIA

El 'cóctel' de la felicidad incluye tener trabajo, buena salud y educación, fuertes lazos familiares y fe en las instituciones del país en que se vive, según un estudio de la Dirección de Estadísticas de la OCDE titulado "Mediciones alternativas del bienestar".

El estudio trata de determinar en qué medida ser feliz es cuestión de dinero y en qué medida influyen otros factores. Para ello, compara los ingresos per capita de los países de la OCDE con el nivel de felicidad expresado por sus ciudadanos en una "Encuesta Mundial de Valores" realizada a principios de esta década.

El resultado es una elevada, aunque no absoluta, correlación entre bienestar material y felicidad personal expresada, que en el caso de los españoles ronda el siete, en un baremo de cero a diez, lo que le sitúa en el puesto diecisiete de 27 países de la OCDE analizados.

Los españoles se sienten más felices que alemanes e italianos, que ganan más, aunque menos que los empobrecidos mejicanos, que ven la vida con el optimismo de países varias veces superiores a ellos en nivel de renta, como Estados Unidos. Menos felices que los españoles también se sienten, siendo al mismo tiempo más pobres, turcos, eslovacos, checos, coreanos o portugueses.

LO QUE SE PIERDEN LOS INFELICES

Sentirse feliz produce réditos tangibles. Los expertos de la OCDE señalan que quienes manifiestan altos niveles de felicidad y satisfacción personal son "más resistentes al estrés, tienden más a recordar episodios positivos de su vida, sonríen más, viven más y tienen menos posibilidades de sufrir depresión o perder su empleo".

Esos mismos expertos dan algunas pistas para alcanzar tan feliz estado. "Aparte de lo que se gana", dicen, "los estudios empíricos muestran que los niveles de felicidad son más altos en individuos que tienen un trabajo, fuertes lazos familiares y mejor salud y educación, así como en países en donde la calidad de las instituciones es percibida como más alta y (entre los países europeos) la desigualdad de ingresos menor".

Y es que el bienestar tiene varias dimensiones, "de las cuales el dinero es solo una", lo que explica que "la mayoría de las personas países de la OCDE se consideran a si mismas como bastante o muy felices y satisfechas con su vida, independientemente de sus niveles de ingresos".

Por esa razón, añaden, "cualquier evaluación global del bienestar no puede descansar en el PIB o en medidas monetarias exclusivamente". Hay que tener en cuenta también las condiciones sociales y medioambientales, así como la "calidad del gobierno" del país en que se vive, ya que "el bienestar será acrecentado por las instituciones que capaciten a los ciudadanos para controlar sus vidas y que les den el sentimiento de que la inversión de su tiempo y recursos será recompensada".

Estos ingredientes deben de darse en altísima medida en Islandia, cuyo nivel de felicidad declarada es el más alto de toda la OCDE (lo que echa por tierra la supuesta conexión entre la alegría de vivir y el clima), así como en países como Canadá, Dinamarca, Holanda, Irlanda o Austria, que son algunos de los que figuran a continuación.

De este estudio difundido en la serie "Statistics Brief" de la OCDE, y fechado en mayo de 2006, son autores Romina Boarini, Asa Johansson y marco Mira d'Ercole, especialistas en cuestiones económicas, sociales y de empleo dentro de la organización que agrupa a los países más desarrollados del planeta.

(SERVIMEDIA)
12 Oct 2006
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