Este es el principal resultado de una investigación dirigida por catedrático de Hacieda Pública, Francisco Castellano, miembro de Consejo Director del Registro de Economistas Asesores Fiscales, y presentada hoy en unas jornadas organizadas por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD).

El director general de Tributos, Miguel Cruz, que asistió a las jornadas, señaló que los resultados de esta investigación son parecidos a las conclusiones a que ha llegado el Ministerio de Economía.

El análisis tiene la virtualidad de comparar los tipos del IRPF efectivamente pagados (trs descontar las deducciones) sobre los ingresos realmente obtenidos, para lo cual descuenta la pérdida de poder adquisitivo derivada de la inflación. Esto último es imprescindible para hacer un cálculo fiable, ya que 1 millón de pesetas de 1992 equivalen a 317.000 de 1979.

El resultado es que una familia tipo, un matrimonio con dos hijos en la que sólo uno de los cónyuges trabaja, tributó en 1992 hasta un 1 por ciento menos que en 1979 si sus ingresos eran inferiores a los dos millones de pesetas y enre un 2,25 y un 14,3 por cien más a partir de esa cantidad.

En el caso de que en la familia trabajasen los dos cónyuges, pagaron lo mismo hasta un millón de pesetas de ingresos, un 1,97 por ciento menos entre uno y dos millones, y entre un 2,69 y un 6,26 por ciento más a partir de esa cantidad.

Los perdedores del impuesto son los solteros, que pagaron en 1992 más que en 1979, independientemente de su nivel de ingresos, aunque en menor medida los más pobres.

Concretamente, los que ingresaron asta un millón de pesetas pagaron el año pasado un 2 por ciento más que en en el 79, pero ese porcentaje sube por encima del 15 por cien para todos los que ganaron más de 12 millones de pesetas.

En general, el mayor pago de impuestos para las familias con ingresos superiores a los millones de pesetas respondió a que los efectos de la inflación no fueron suficientemente compensados con cambios en la tarifa y aumentos en las deducciones.

Por contra, según este estudio, las rentas de menos de dos milones de pesetas vieron como las modificaciones legislativas compensaban sobradamente la "progresividad en frío" derivada de la inflación.

Las conclusiones de la investigación indican que "los contribuyentes solteros y las familias en los que un sólo cónyuge percibe rentas del trabajo han soportado los mayores aumentos de carga fiscal", mientras que las unidades familiares con dos perceptores de renta sufrieron aumentos tributarios menores.