Albanozzo, que como el resto de la familia Vilarrasa no ha podido viajar a Guina porque se les ha negado el visado de entrada, declaró hoy en Valencia que confía en que Obiang, amigo personal de su marido, acabe indultándolo, si es condenado por el tribunal militar que hoy le juzgó en Bata.

El consejo de guerra, que siguieron de cerca el embajhador español en Malabo y el cónsul general en Bata, se celebró en un antiguo cine de esta población guineana. La petición del fiscal es de treinta años de reclusión mayor para Vilarrasa y para el importador Santiago Hanna, español de orige libanés.

A la vista no pudo asistir el abogado y eurodiputado Juan María Bandrés, a quien las autoridades guineanas impidieron la entrada en el país en el último momento. Bandrés calificó ayer de "parodia" el juicio al que han sido sometidos los dos empresarios.

Vilarrasa, propietario de una explotación maderera en los alrededores de Bata, reconoce únicamente haber introducido en el país tres vehículos y una partida de botas y uniformes desechados por el ejército holandés, que adquirió en Leiden cerca de Amsterdam.

El vendedor, Robert Boogert, no quiso desplazarse a Guinea sin garantías por escrito de que no iba a ser detenido, y se limitó a remitir un acta notarial sobre el objeto de la compraventa. El cónsul español en Bata, Diego Sánchez Bustamante, se mostró hoy optimista ante la posibilidad de que el tribunal tenga en cuenta esta prueba a la hora de dictar sentencia.

El ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana, manifestó hoy en la rueda de prensa conjunta con David Owen, presiente de la Conferencia de Paz para Yugoslavia, que su departamento sigue de cerca la evolución de este caso, que espera que se resuelva favorablemente.