La llamada "impulsividad" no es una enfermedad, sino un síntoma integrante de gran parte de la patología psiquiátrica, asociado a trastornos como el suicidio, la depresión y la ansiedad, las adicciones, la bulimia, la esquizofrenia, el juego patológico o la hiperactividad, entre otros. En este sentido, se puede afirmar que entre el 15 y el 25% de la población padece trastornos por impulsividad patológica.

Según la doctora Belén Arranz, coordinadora de Psiquiatría del Instituto Europeo de Neurociencias (IDN) de Barcelona, "aunque un paciente tenga deseos de acabar con su vida, sin impulsividad o ansiedad no se suicidará ni llevará a cabo ningún tipo de acto violento, ya que no existe la decisión de la ejecución".

Asimismo, los más de 700 expertos reunidos con motivo de este simposio, coincidieron en subrayar las ventajas de los nuevos fármacos anticonvulsivantes o antiepilépticos, como topiramato, en el tratamiento de la sintomatología impulsiva.