Fuentes de la Consejería cántabra, que mantiene paralizado el expediente sancionador hasta el nombramiento del instructor del mismo para que tipifique la infracción comtida, explicaron que la denuncia del Seprona señala que Ballesteros y su acompañante portaban sendas escopetas del calibre 12, marcas Arizabaleta y Jabalí, por la localidad cántabra de Somo el pasado 5 de enero. Las armas estaban "listas para disparar", puesto que, aunque iban abiertas, tenían las cargas puestas.

Este hecho está tipificado como falta muy grave dentro de la escala de infracciones establecidas por la Consejería en el decreto 46/92 del Servicio de Montes, Caza y Pesca de la Diputación Reional de Cantabria y penada con una multa que va desde un millón hasta los cinco millones de pesetas, así como la retirada de la licencia entre uno y tres años.

Aunque la última decisión sobre el caso la tiene el instructor que nombre el Servicio de Montes, las fuentes consultadas recuerdan que en la fecha en la que se produjo el incidente la veda de caza estaba abierta y, al parecer, el golfista cántabro estaba en tránsito entre cotos.