Las fuentes consultadas explicaron que el artefacto explosivo, que no llegó a estallar, estaba alojado en una fiambrera de plástico que estaba pintada de negro con spray, lo que facilitaba que fuera confundida con los bajos del vehículo.

El agente al que ETA pretendía asesinar recorrió diez kilómetros con la bomba bajo el coche, sin que el artefacto llegara a activarse. En concreto, el policía se dirigió desde su domicilio, situado en un barrio de Bilbao, hasta las dependencias que la Policía Nacional tiene en Basauri.

Al mismo tiempo, respecto al tipo de explosivo, las fuentes consultadas informaron de que el artefacto contenía aproximadamente medio kilogramo de pentrita dentro de un tubo, a lo que se sumaba un trozo de cordón detonante, que también incluye pentrita en su interior.

Además, el artefacto tenía un dispositivo de mercurio como elemento de iniciación. Esto supone que, de no haber fallado, la bomba debía haberse activado con el movimiento del coche, ya que el mercurio debería haber cerrado el circuito y activado la carga explosiva.

Asimismo, los investigadores consultados explicaron que la fiambrera fue sujetada al vehículo del policía mediante dos grandes imanes redondos. Estas piezas, del tamaño de un mechero cada una de ellas, habrían actuado como metralla y causado graves heridas al policía.