A su juicio, ETA "sólo persigue el objetivo de potenciarse a sí misma y aumentar sus ingresos económicos y su influencia sobre sectores de la población vasca susceptibles de ser amedrentados por tales actos", lo que "le otorga las características de las bandas mafiosas".

"Por otro lado, su finalidad de imponer el terror por métodos violentos y privar a las instituciones democráticas vascs de su capacidad de funcionamiento le convierten en un grupo de naturaleza parafascista", agregó.

Mariño opina que "no puede haber ningún diálogo político con criminales respecto de los cuales las fuerzas sociales y políticas democráticas sólo pueden actuar de dos formas: aislándoles y sometiéndoles al peso de la ley y, simultánea y paradójicamente, respetando conforme a normas universales sus derechos fundamentales, ésos que ellos destruyen después de haber llenado alegremente su estómago agradecido.