Estudios anteriores sugerían que el estrés laboral o la separación de la embarazada podría conducir a ciertos defectos en neonatos, como el labio leperino o la espina bífida. El estudio de los expertos daneses confirma esta relación. El doctor Dorthe Hansen analizó los historiales médicos de todas las mujeres en estado que, de 1980 a 1992, estuvieron expuestas a algún tipo de estrés intenso a partir de la semana 16 de gestación. La muerte de familiares o allegados y los casos de cáncer o ataque cardiaco en la familia eran los acontecimientos que más perjudicaron a las embarazadas.

Los resultados finales indican que las situaciones angustiosas en futuras madres duplican el riesgo de que los hijos nazcan con algún defecto congéito, sobre todo en mujeres que viven su segundo embarazo en estado de estrés.