El vicepresidente del Gobierno, sentado al lado de González, aplaudió de forma lenta y cadenciosa mientras que el ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana, situiado justo al lado de éste, aplaudió con vigor girado hacia Felipe González y esrimiendo su característica sonrisa.

El discurso de González fue interrumpido en algunas ocasiones por las protestas de la oposición y por los aplausos del Grupo Socialista.

La primera protesta de los diputados de la oposición se produjo cuando González afirmó que el Gobierno había actuado con prontitud y con energía en el caso del ex gobernador del Banco de España Mariano Rubio.

Uno de los momentos de mayor abucheo, contrarrestado por los aplausos de los socialistas, se produjo cuando Gonzálz dijo que cambiaría las normas legales para la elección de los cargos institucionales que corresponde a las Cortes, si los populares no votaban al Defensor del Pueblo la próxima semana. El presidente del Gobierno pidió a sus correligionarios que no aplaudieran.