La mejoría del Indice de Tendencia de Competitividad (ITC) que elabora este departamento es algo superior, de 7,7 puntos, respecto al conjunto de la OCDE, área por la que circula la práctica totalidad del comercio español.

Este positivo resultado se basó en la depreciación de la peseta, puesto que el otro factor considerado en el índice, la evolució de los precios, tuvo un efecto prácticamente neutral, ya que el diferencial de inflación apenas varió.

Sin embargo, los expertos del Gabinete Exterior de la Secretaría de Estado de Comercio advierten que en junio los precios españoles crecieron un 0,25 por cien, más que en los países competidores.

Eso es particularmente cierto respecto de Francia y Gran Bretaña, que tuvieron tasas negativas del 0,16 y el 0,07 por cien, o en relación a Estados Unidos, aunque la inflación creció en nuestro país meos que en Italia o en Portugal.

Por contra, la peseta, paradójicamente, siguió contribuyendo a la competitividad de las exportaciones gracias a que "perdió posiciones durante los últimos días del mes (de junio) en el clima de incertidumbre política ante la creación de un nuevo gobierno", tras las elecciones generales.

La Secretaría de Estado de Comercio hace hincapié en que el ITC mide únicamente las variaciones de competitividad que dependen de los precios de las exportaciones (a su vez, condicinados sólo por el tipo de cambio de la moneda y la inflación).

No refleja, por tanto, las ganancias de mercado exterior que se logran mediante el desarrollo de redes comerciales en el extranjero, la potenciación de marcas de prestigio o la promoción publicitaria, entre otros factores.