Así se desprende de datos provisionales proporcionados por las comunidades autónomas al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Esos datos, a los que tuvo acceso Servimedia, indican que la media de superficie calcinada entre el 1 de enero y el 28 de julio del último decenio es de 30.363,33 hectáreas. Los mejores años fueron 2018 (11.915,22 hectáreas), 2016 (18.196,26) y 2020 (23.604,93), y los peores, 2022 (189.117,93), 2017 (70.702,96) y 2023 (64.239,66).

Hasta el pasado 28 de julio de este año se registraron 3.663 siniestros forestales, de los que 1.134 fueron incendios (que arrasaron al menos una hectárea) y 2.529 conatos (con menos de una hectárea quemada).

De las hectáreas arrasadas, que abarcan un 0,109% del territorio nacional, un total de 7.545,79 corresponden a vegetación herbácea (pastos y dehesas) y el resto a vegetación leñosa, concretamente 19.051,81 hectáreas de matorral y monte abierto, y 3.765,74 de superficie arbolada.

ZONAS GEOGRÁFICAS

Por otro lado, el noroeste peninsular (Asturias, Cantabria, Galicia, País Vasco y las provincias de León y Zamora) concentra un 34,43% de los incendios y conatos forestales, mientras que el resto de los siniestros se reparten entre las comunidades interiores (concretamente, las provincias de las regiones no costeras, salvo León y Zamora), con un 33,85%; el área mediterránea, con un 30,90%; y Canarias, con un 0,82%.

En cuanto a la superficie forestal arrasada por el fuego, el 47,86% pertenece al noroeste; un 31,79% a las comunidades interiores; un 20,34% al área mediterránea, y un 0,01% a Canarias.

La mayor cantidad de superficie arbolada calcinada por las llamas se produjo también en el noroeste (55,55%), por delante de las comunidades interiores (30,24%) y la cornisa mediterránea (14,21%).