Para el autor, Ignacio Zubiri, profesor de Hacienda Pública de la Universidad del País Vasco y miembro del Instituto de Economía Pública, "dista mucho de ser obvio que los costes salariales tengan una relación estrecha con la competitividad de un país o región".

La prueba, aduce, es que los países que más aumentaron sus exportaciones en los años ochentafueron Italia, Alemania, España e Irlanda, de los que sólo registraron incrementos salariales relativamente bajos los dos últimos países.

"La razón es, obviamente, que la competitividad depende, de forma compleja, de una amplia gama de factores y, dentro de unos amplios márgenes de variación, los precios pueden no ser, ni con mucho el factor más importante", asegura Zubiri.

Vender más barato, añade, no significa quitar mercado a otras empreas con mayor capacidad de innovación y de gestión, que ofecen productos de mejor calidad y que tienen estrategias de "marketing" más agresivas.

"Por ello", señala, "poner un énfasis excesivo en la relación entre competitividad y salarios es una aproximación demasiado simplista que ignora otro tipo de medidas que pueden ser mucho más efectivas".

"Sería mucho más sensato", según el autor, "preocuparse de mejorar la gestión del gasto público, aumentar la dotación de infraestructuras, mejorar la cualificación del trabajo, promover la innovación y la calida de la producción, o incluso flexibilizar el mercado de trabajo, que centrarse en una relación simplista, de texto introductorio de economía, salario-precios-ventas".

El informe recalca además que España tiene ya uno de los costes reales del trabajo más bajos de la CE y que, según datos de la Comisión Europea, disminuyeron un 14,7 por cien entre 1981 y 1990, frente a una reducción media del 7,8 por cien en la CE.

COTIZACIONES SOCIALES

Por otra parte, Zubiri niega que la fiscalidad de las empress sea en España comparativamente más alta que en los demás países de la CE y desaconseja tanto la reducción de las cotizaciones a la Seguridad Social como del Impuesto de Sociedades.

A su juicio, aunque este último impuesto es defectuoso y no afecta por igual al capital invertido en todos los sectores, buscar la competitividad mediante un recorte de su tipo "es probable que sólo sirva para aumentar los excedentes empresariales, pero no para reducir los precios del producto ni para fomentar la inversió".

Tampoco la reducción de las cuotas a la Seguridad Social fomentaría la competitividad de las empresas porque, en su opinión, quienes soportan las cotizaciones sociales en la práctica, en forma de salarios menores, son los trabajadores.

Por esa razón, lo más probable es que "una reducción de las cotizaciones empresariales simplemente daría lugar a un aumento equivalente de los salarios brutos de los trabajadores, dejando inalterados los costes laborales".

Además, si como algunos proponen, a perdida de recaudación se compensase con un aumento del IVA, "se podría dar la paradoja de que la competitividad se deteriorase porque el IVA, a diferencia de las cotizaciones, sí que es soportado parcialmente por los productores".