Así se explica en un estudio elaborado por tres investigadores de la Darmouth College (Estados Unidos) y publicado en la revista ‘Science’.

Los autores, liderados por Evan Deither, analizaron los cambios de flujo de 414 ríos de todo el mundo, para lo cual utilizaron más de 130.000 mediciones de campo y un conjunto de algoritmos para calibrar imágenes satelitales de 1984 a 2020, de manera que crearon un registro mensual de concentración de sedimentos en suspensión en entornos fluviales que abarca casi cuatro décadas.

Debido a que el flujo de sedimentos es crucial para la salud de los ríos y la estabilidad de los servicios económicos y ecológicos que ofrecen, esas nuevas observaciones podrían ayudar a tomar decisiones políticas y a los esfuerzos futuros de planificación y mitigación.

En todas las escalas, el flujo de sedimentos fluviales desempeña un papel vital en la configuración de la morfología del paisaje y los ecosistemas de ríos, humedales y costeros.

Sin embargo, el flujo de sedimentos en todo el mundo está cambiando debido a diversas actividades e impactos humanos, incluyendo el aumento de la erosión por el cambio del uso de la tierra, la captura de sedimentos por la construcción de embalses y las alteraciones hidrológicas y sedimentológicas agravadas debido al cambio climático.

Según el estudio, los embalses han reducido en un 49% el flujo de sedimentos en los ríos del hemisferio norte en comparación con las condiciones previas a la actividad de los pantanos. Sin embargo, el cambio extensivo en el uso de la tierra ha aumentado la erosión en el hemisferio sur, de manera que los sedimentos en suspensión han aumentado un 41% desde 1980.