Un total de 899 militares norteamericanos han muerto en 2007, por encima de los 850 que perdieron la vida en 2004. El peor momento se dio en mayo, cuando 126 soldados norteamericanos fallecieron como consecuencia de ataques de la insurgencia.

En la segunda mitad de 2007, por contra, se ha producido una notable caída de muertos en acciones violentas, como consecuencia de una menor actividad de los insurgentes y del reforzamiento de las tropas norteamericanas con 30.000 nuevos militares.

En todo caso, las bajas norteamericanas empequeñecen por comparación con las muertes de civiles iraquíes, que son muy difíciles de estimar, pero que podrían superar las 18.600 a lo largo del año pasado, según las estimaciones de la Associated Press.